Día 5



Hoy ha sido un gran día. Desperté por la mañana, y aun sigo despierto. Aunque parezca transportarme en un sueño. Toda una hazaña digna de un titán. Estoy, hasta sorprendido de mi mismo. Tanta " ferocidad". Es como un comerme el mundo.
Los días se suceden uno tras otro, iguales. Aburridos. Quisiera encontrarle algún sentido a las cosas, al mismo combinado número siete que llevo digiriendo con verdadera pesadez durante toda la semana.

Día 4

 

Hoy no paso nada. Ni el autobús a su hora. Ni la señora de las gafas azules y redondas con sus perlas. Ni el niño gordo que llevaba en su mochila la merienda. Sólo pasaste tú por mi memoria. Una memoria que rezuma...

Día 3



A veces las palabras inertes lloran prosodia de muerte. Como piedras colocadas unas sobre otras levantando un muro que nos separa. La sorpresa de la ciudad compartimentada en pedazos de un pastel que tiene mucho que ver con el festín para los perros. Del temblor apócrifo que nos mueve mientras esperamos a pleno sol el ver amanecer, porque la vida se nos ha pasado sin apenas ser conscientes de ello.
Cada día me digo que tengo que comprarme otro sombrero. Y yazgo a la deriva que va en un bote de cerveza vacío que he botado a estribor de un sentimiento surgido de pronto sobre acera y papel cuadriculado de pensares. Quedo y queda en largo la metáfora de lo cotidiano. La rutina del polen animal que envenena mi espíritu agitado. Más arriba puede que haya brotes de color azul como el cielo. Algo más que decir del día de hoy.

Metalurgia de los sentidos

Me he dejado el diario en el despacho del paro junto a un paquete de tabaco, los kleenex y las llaves de casa. Espero llegar antes de que cierren. Y así saber al menos como acaba éste sin sentido. Es extraño, he bostezado en hexadecimal, y no me siento mucho mejor que ayer. Sólo me hago preguntas fáciles.

Día 2



Desayuno chocolate y pan con aceite. No me gusta que llueva. Ni con el patrocinio de la Virgen de la Cueva. Hace frío afuera. Los únicos pájaros que cantan son unos niños tan pesados como gordos de carrillos silbadores. Y las nubes no se han levantado aun, es demasiado temprano para heroicidades memorables.
No soporto la monotonía gris de una fe de ratas, no de erratas, que me nutre en el viaje a través del cable coaxial de la humanidad hasta el mediodía. Y es porque sin sombrero se me moja la cabeza y no pienso igual. Sólo dibujo sonidos sin encontrar la percusión adecuada. La de tú, yo, él... vosotros, ellos, nosotros dos.



En la calle hay una revolución pendiente de la que los periódicos no hablan. Únicamente piden referencias. O los macarras un cigarrito. Deberíamos matarlos... el problema es, ¿ a cuántos?. A pen dice: No más ironía.

Día 1



He perdido mi sombrero. No sé si en el autobús o en el metro. Mientras esperaba. Mientras desesperaba, porque no venía. Luego fui, el extraño viajero de la vida.

Apéndice

Era un sombrero mejicano. Absolutamente precioso. ¿ Precioso?. Esa palabra no suena un poco gay. ¡ Precioso!... ¡ Preciso!.